sábado, 19 de mayo de 2007

Artes, Letras y Música: Himno Nacional de Chile

El Himno Nacional de Chile es una de las expresiones musicales más importantes y reconocidas tanto en el país como fuera de sus fronteras. Ha sido traducido a innumerables idiomas y muchas son las leyendas que giran en torno a él respecto de que es el más hermoso del munda tras la Marsellesa, Himno Nacional de Francia, pero no son más que mitos.
El Himno Nacional de Chile nació bajo la pluma del poeta chileno-argentino Bernardo de Vera y Pintado por mandato del Director Supremo de la Nación, Capitán General don Bernardo O'Higgins Riquelme, a mediados del 1819. Al no tener música propia se cantó con la del Himno Nacional trasandino. Su letra decía más o menos así:

Coro
Dulce Patria, recibe los votos
con que Chile en tus aras juró
que o la tumba serás de los libres
o el asilo contra la opresión.
I
Ciudadanos: el amor sagrado
de la patria os convoca a la lid:
libertad es el eco de alarma
la divisa: triunfar o morir.
El cadalso o la antigua cadena
os presenta el soberbio español:
arrancad el puñal al tirano
quebrantad ese cuello feroz.
II
Habituarnos quisieron tres siglos
del esclavo a la suerte infeliz
que al sonar de sus propias cadenas
más aprende a cantar que a gemir.
Pero el fuerte clamor de la Patria
ese ruido espantoso acalló
y las voces de la Independencia
penetraron hasta el corazón.
III
En sus ojos hermosos la Patria
nuevas luces empieza a sentir
y observando sus altos derechos
se ha encendido en ardor varonil.
De virtud y justicia rodeada
a los pueblos del orbe anunció
que con sangre de Arauco ha firmado
la gran carta de emancipación.
IV
Los tiranos en rabia encendidos
y tocando de cerca su fin
desplegaron la furia impotente,
que aunque en vano se halaga en destruir.
Ciudadanos mirad en el campo
el cadáver del vil invasor...;
que perezca ese cruel que el sepulcro
tan lejano a su cuna buscó
V
Esos valles también ved, chilenos,
que el Eterno quiso bendecir,
y en que ríe la naturaleza
aunque ajada del déspota vil
Al amigo y al deudo más caro
sirven hoy de sepulcro y de honor:
mas la sangre del héroe es fecunda
y en cada hombre cuenta un vengador.
VI
Del silencio profundo en que habitan
esos Manes ilustres, oíd
que os reclamen venganza, chilenos,
y en venganza a la guerra acudid.
De Lautaro, Colo-Colo y Rengo
reanimad el nativo valor
y empeñad el coraje en las fieras
que la España a extinguirnos mandó.
VII
Esos monstruos que cargan consigo
el carácter infame y servil,
¿cómo pueden jamás compararse
con los héroes del Cinco de Abril?
Ellos sirven al mismo tirano
que su ley y su sangre burló;
por la Patria nosotros peleamos
nuestra vida, libertad y honor.
VIII
Por el mar y la tierra amenazan
los secuaces del déspota vil
pero toda la naturaleza
los espera para combatir:
el Pacífico al Sud y Occidente
al Oriente los Andes y el Sol
por el Norte un inmenso desierto
y el centro libertad y unión.
IX
Ved la insignia con que en Chacabuco
al intruso supisteis rendir
y el augusto tricolor que en Maipo
en un día de triunfo nos dio mil.
Vedle ya señoreando el océano
y flameando sobre el fiero león
se estremece a su vista el íbero
nuestros pechos inflama el valor.
Ciudadanos la gloria presida
de la Patria el destino feliz,
y podrán las edades futuras
a sus padres así bendecir.
El 20 de Agosto de 1820 se consolida el Himno, al que se agregaba la música de Manuel Robles, luego de varias composiciones fallidas de otros músicos de la época.
Sin embargo en 1828 se encargaría una nueva música. ese año, el plenipotenciario chileno en Londres, Mariano Egaña, encargaría al músico español Ramón Carnicer, exiliado por Fernando VII, una nueva melodía. Sería estrenada el 23 de Diciembre de 1828 y, a pesar de las reticencias, logró consolidarse.
Más tarde, y finalizados los problemas con España, la colonia residente alegó la violencia de los versos de Vera y Pintado hacia los ibéricos, por lo que el Gobierno solicita al joven poeta Eusebio Lillo Robles la creación de una nueva letra para la Canción Nacional. Esta contó con la revisión del Rector de la Universidad de Chile, don Andrés Bello quien sólo objetó a Lillo el coro...

Libertad, invocando tu nombre,
la chilena y altiva nación
jura libre vivir de tiranos
y de extraña, humillante opresión
La razón fue que la expresión acerca de los tiranos podría identificarse no sólo con los hispanos, sino también con futuros lideres de la nación. Lillo, entonces, decide conservar el coro de Vera y Pintado por sentirse incapaz de superarlo.
Así nuestro Himnos Nacional quedaría definitivamente consagrado en 1847 y dos decretos supremos, uno del Presidente de la República don Pedro Montt Montt en 1909, y otro del también Presidente de la República don Pedro Aguirre Cerda en 1941, le darían un carácter oficial, quedando definitivamente así:

Dulce Patria, recibe los votos
Con que Chile en tus aras juró
Que o la tumba serás de los libres
O el asilo contra la opresión.
I
Ha cesado la lucha sangrienta;
ya es hermano el que ayer invasor;
de tres siglos lavamos la afrenta
combatiendo en el campo de honor.
El que ayer doblegábase esclavo
libre al fin y triunfante se ve;
libertad es la herencia del bravo,
la Victoria se humilla a sus pies.
II
Alza, Chile, sin mancha la frente;
conquistaste tu nombre en la lid;
siempre noble, constante y valiente
te encontraron los hijos del Cid.
Que tus libres tranquilos coronen
a las artes, la industria y la paz,
y de triunfos cantares entonen
que amedrenten al déspota audaz.
III
Vuestros nombres, valientes soldados,
Que habéis sido de Chile el sostén,
nuestros pechos los llevan grabados;
Los sabrán nuestros hijos también.
Sean ellos el grito de muerte
que lancemos marchando a lidiar,
y sonando en la boca del fuerte
hagan siempre al tirano temblar.
IV
Si pretende el cañón extranjero
nuestros pueblos osado invadir;
desnudemos al punto el acero
y sepamos vencer o morir.
Con su sangre el altivo araucano
nos legó por herencia el valor;
y no tiembla la espada en la mano
defendiendo de Chile el honor.
V
Puro, Chile, es tu cielo azulado,
puras brisas te cruzan también,
y tu campo de flores bordado
es la copia feliz del Edén.
Majestuosa es la blanca montaña
que te dio por baluarte el Señor,
Y ese mar que tranquilo te baña
te promete futuro esplendor.
VI
Esas galas, ¡oh, Patria!, esas flores
que tapizan tu suelo feraz,
no las pisen jamás invasores;
con tu sombra las cubra la paz.
Nuestros pechos serán tu baluarte,
con tu nombre sabremos vencer,
o tu noble, glorioso estandarte,
nos verá combatiendo caer.
Esa es una breve historia del nacimiento y consolidación de nuestra Canción Nacional, sólo resta que opinen...

(Para escuchar la versión de la Orquesta Sinfónica Nacional del Himno Nacional de Chile revisa el artículo de Chile.com)