miércoles, 14 de febrero de 2007

Personajes: Galvarino

A petición de un amigo mío, esta vez he decidido escribir algo sobre el valiente soldado y jefe mapuche, Galvarino, del cual todos algunas vez hemos oído hablar en nuestras superficiales clases de historia, o leído algo en algún manual o libros.
No podré efectuar una biografía demasiado detallada pues la vida de estos personajes no es muy conocida y la información sobre ellos es escasísima. Comenzaré la historia desde donde es por todos conocida y añadiré algunos elementos de leyenda al personaje.
El 18 de Noviembre de 1557, el Gobernador de Chile, don García Hurtado de Mendoza, cruzaba el río Biobío al mando de 600 hombres para luchar contra los mapuches en el sur.
Los españoles acamparon en un sector denominado Lagunillas en la actual comuna de Coronel, donde lucharían con los indígenas liderados por el Toqui Caupolicán, batalla en la que ninguno de los dos bandos logró una victoria contundente ni definitiva. Sin embargo os españoles liderados en batalla por Rodrigo de Quiroga lograron capturar a algunos guerreros mapuches, entre ellos, Galvarino. El cruel Gobernador, muy amigo de macabros castigos y que, en alguna ocasión, incluso estuvo a punto de matar a don Alonso de Ercilla, el célebre poeta autor de “La Araucana”, mandó a cortar las manos del aguerrido mapuche, como escarmiento.
Al saber que sería mutilado, Galvarino miró con arrogancia a quienes llevarían a cabo la ejecución de su castigo, y llegó sin temor alguno a su lugar de castigo, puso su mano en una rama de árbol donde su extremidad fue cercenada de un hachazo. Después, y sin vacilar, puso la otra mano, y seguido puso su cabeza. Sin embargo, los españoles no quisieron cortársela, y lo liberaron para que los mapuches vean a qué se exponían de seguir luchando contra ellos.
Los mapuches de Caupolicán volverían a la carga contra los españoles, esta vez siendo derrotados el 30 de Noviembre de 1557 en Millarapué. Entre las filas de los indígenas increíblemente iba, aún con los brazos sin sanar del todo, el valiente Galvarino, quien había adosado filosas cuchillas a sus cercenadas muñecas, para seguir luchando. Esta vez fué condenado a la horca, donde finalmente pereció.
Ya que no hay frases textuales de este personaje será necesario echar un vistazo a lo que de Galvarino han dicho los poetas Alonso de Ercilla en su obra “La Araucana” y Pedro de Oña en su “Arauco Domado”.

Segad esta garganta,/siempre sedienta de la sangre vuestra;/que no temo la muerte ni me espanta/vuestra amenaza y rigurosa muestra:/y la importancia y pérdida no es tanta/que haga falta mi cortada diestra,/pues quedan otras muchas esforzadas/que saben gobernar bien las espadas.
(Atribuida por Ercilla a Galvarino luego de cortar sus manos. “La Araucana”, Parte Segunda, Canto XXII, Estrofa 47)

¿De qué nación tan bárbara se sabe/que ofenda su linaje y propria tierra/por excusar el peso de la guerra,/juzgando que el servir es menos grave?/¡Traidores!, en vosotros sólo cabe/y en esos pechos pérfidos se encierra,/según lo que tenemos hoy delante,/Atrocdad y crimen semejante.
(Atribuida por Oña a Galvarino y dirigida a los indígenas que ayudaban a los españoles. “Arauco Domado”, Canto Duodécimo)

[Información extraída de “La Araucana” de Alonso de Ercilla y Zúñiga; “Arauco Domado” de Pedro de Oña; y del Centro de Documentación Mapuche en Internet]

sábado, 3 de febrero de 2007

Misceláneos: La Trágica Anécdota del Centenario

El año 1910, Centenario de la República de Chile, el Presidente don Pedro Montt Montt, decidió junto a su par argentino la celebración conjunta de los centenarios de ambos países. Por ello el Presidente Montt decide viajar a Argentina en Mayo de ese año para asistir a los actos de rigor. Sin embargo, su salud, ya muy afectada antes del viaje, recibió un golpe desastroso por el esfuerzo del viaje al país trasandino, por lo que decide retirarse de La Moneda en busca de recuperación, y el 8 de Julio de 1910 parte a Alemania delegando sus funciones en su Ministro del Interior, don Elías Fernández Albano.
El 16 de Agosto se recibe desde el país europeo la lamentable noticia de la muerte del Presidente de la República producto de un derrame cerebral, faltando poco más de un mes para la celebración del Centenario de nuestro país. Sigue gobernando el país para ese momento, en calidad de Vicepresidente de la República don Elías Fernández. Pero tan sólo doce días antes de la gran fiesta, el día 6 de Septiembre de 1910, fallece también de un fuerte resfrío, el Vicepresidente Fernández. Asume en su reemplazo, y porque así lo establecía la Constitución de 1933, el ministro más antiguo en ese momento que era el de Justicia e Instrucción Pública, don Emiliano Figueroa Larraín, a quien le correspondería encabezar las celebraciones del Centenario.
La anécdota viene por parte de la delegación argentina, encabezada por el Presidente de esa nación, don José Figueroa Alcorta. Esta delegación decide traer de regalo al Presidente de la República una bandeja de plata que traía grabadas las iniciales del mandatario y que se había mandado traer del extranjero. Con tan buena suerte corrieron los argentinos que las iniciales del fallecido Vicepresidente, don Elías Fernández, coincidían con las iniciales del que recién había asumido, don Emiliano Figueroa, por lo que no hubo necesidad de cambiar el presente.